Una Cadena Siniestra

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Lo mío, por mí y para mí!

Yo soy mi prójimo. (Terencio)

 

Una de las grandes tragedias de México comienza cuando la inmensa mayoría de quienes nacen en la pobreza, están condenados a padecerla por el resto de sus días. Millones de compatriotas a lo largo de nuestra dolorida historia, han nacido pobres y han muerto pobres, o hasta sepultados en la miseria. No hemos logrado superar ese pavoroso flagelo de terribles consecuencias económicas y sociales. ¿A dónde vamos si en 2023, el 1% de la población concentraba el 37% del total de la riqueza nacional, mientras que el 10% superior poseía el 70.2%, una de las desigualdades más altas del mundo. Quien acapara el conocimiento, acapara el ingreso. Con semejantes datos vamos a convertir a nuestro país en astillas…

¿Por qué la pobreza? Porque somos un país de reprobados, porque la educación ha fracasado, porque el gobierno ha sido un pésimo maestro que burocratizó la enseñanza y porque la sociedad, empresas y fundaciones, se desentendieron, en términos generales, de la educación de generación tras generación. Porque las tasas de fecundidad tienden a ser más altas en los hogares rurales que en los urbanos, ya que en el campo se desconocen los principios de salud reproductiva. Las penurias económicas familiares cancelan oportunidades, impiden la participación de la población marginada en la evolución social y, peor aún, si la deserción escolar complica los escenarios, ya que el 40% de los jóvenes no concluyen la educación secundaria.

En nuestro país, casi 50 millones subsisten en condiciones de pobreza, o sea, nos desplazamos en un automóvil con 3 ruedas redondas y una cuadrada, pues se afecta el desarrollo y la productividad, reduce el capital humano, el consumo interno, aumenta la informalidad laboral, limita la innovación y la inversión. Basta con soñar que el 90% de los mexicanos tuvieran capacidad de consumo: iniciaríamos un círculo virtuoso de crecimiento y bienestar, pues las empresas obtendrían más ingresos, se capitalizarían aceleradamente, contratarían más mano de obra con sus respectivos derechos laborales como el Infonavit o las Afores, pagarían más impuestos por las crecientes utilidades, habrían más recursos para financiar el presupuesto público y, por lo tanto, más capacidad de gasto del gobierno para cumplir con sus obligaciones constitucionales.

La miseria extrema padecida por casi 8 millones de mexicanos sin acceso al gas, al agua potable ni a los sistemas de salud ni de educación, agrava la exclusión, estimula la desesperación social, la criminalidad, y expone a los jóvenes al riesgo de dedicarse al tráfico de enervantes. La pésima alimentación de las mujeres marginadas embarazadas, ocasiona el nacimiento de niños con carencias en el crecimiento de la masa cerebral que les impedirá, en su vida adulta, desarrollar actividades que exijan un mínimo de inteligencia.

Más de 50 millones de mexicanos subsisten en la informalidad sin cooperar integralmente con el financiamiento del presupuesto público, carecen de protecciones legales como los de la población ocupada, generan la mitad de los ingresos de los trabajadores formales, son las primeras víctimas de enfermedades mortales, como ocurrió durante la pandemia, impacta más a mujeres que a hombres, deteriora la productividad y la equidad y la evolución de un país. En Alemania la tasa de empleo informal representaba en 2023, el 2.5% del total de la población ocupada, mientras en México dicha tasa ronda entre el 54-60%. ¿Qué tal cuando la OIT confirma que el 40% de los jóvenes mexicanos carecen de empleo?

Por si todo lo anterior fuera insuficiente, en lugar dejar de ser un país de reprobados y poder contar con 4 ruedas redondas, AMLO y su pandilla de líderes enemigos del progreso de México, devastan los sistemas de salud y de educación, estimulan la desigualdad al destruir la educación nacional para ayudar a la concentración de conocimientos y de riqueza, propia de las escuelas privadas, regalan el dinero público para convertirnos en un país de parásitos, se elimina el estado de derecho, la administración de justicia y con ella nuestra democracia, se deprime el crecimiento económica a falta de certeza jurídica en el sector empresarial y en la nación en general, mientras los que nacen pobres seguirán muriendo pobres hasta que éstos, hartos, vuelvan a despertar al México bronco…